Un ataque de pánico es a menudo definido como la aparición súbita de ansiedad intensa, normalmente caracterizada por sensaciones de miedo intensivo y aprehensión. Aunque las causas de los ataques de pánico aún no son comprensibles, hay muchas cosas que pueden jugar un rol muy importante, que pueden incluir una combinación de factores biológicos o ambientales.
Los ataques de pánico son a menudo acompañados por:
- palpitaciones cardiacas,
- falta de aliento,
- transpiración,
- temblores, y otros síntomas
Tanto doctores como expertos han investigado la genética como un posible causante de ataques de pánico en algunas personas. Del mismo modo que otros problemas o condiciones médicas, tales como enfermedades cardíacas genéticas, pueden ser pasados a los hijos por parte de uno o de ambos padres, un trastorno de pánico también puede correr en una familia. Una persona puede estar predispuesta a tener estos ataques. Se ha demostado que los pacientes de ataques de pánico han tenido un miembro familiar que ha tenido ataques de pánicos o algún otro problema emocional, como la depresión.
Hay otras causas biológicas posibles para un ataque de pánico que puedan ser asociadas con pequeñas anormalidades en el cerebro. Por lo tanto, el trastorno de pánico puede ser el resultado de cambios específicos en la manera en la que algunas áreas cerebrales funcionan. En recientes estudios se ha demostrado que los ataques de pánico a menudo coexisten con trastornos psicóticos como la esquizofrenia o el trastorno de estrés postraumático. Incluso puede ser posible que los síntomas de la psicosis puedan llevar a un ataque de pánico.
La investigación sugiere que una persona puede tener episodios psicóticos como preludio, o que éstos pedían la activación de un trastorno de ansiedad específico, como por ejemplo un trastorno de estrés postraumático. Hoy también ha sido bien documentado que la respuesta natural del cuerpo de "pelear o huir" respecto del peligro se involucra en los ataques de pánico. El sistema natural de alarma y de respuesta del cuerpo es un conjunto de mecanismos físicos y mentales que permiten a una persona responder ante una amenaza, tal como un intruso que irrumpe en el hogar.
Estos mecanismos fisiológicos se remontan a los momentos en los que los hombres tenían que pelear o cazar para poder comer e, incluso, el hombre los ha desarrollado durante miles de años; estos instintos básicos o mecanismos no han cambiado y están fuertemente arraigados a nuestro núcleo. Cualquier conductor que haya experimentado la sensación de las luces rojas y azules de un auto de policía en el espejo retrovisor probablemente habrá sentido activarse automáticamente el mecanismo de pelear o huir, cuando la adrenalina es bombeada hacia el corazón, haciéndolo latir más rápidamente y acelerando la respiración.
Es aquí donde aparece el problema pues, vera, en la activación de un ataque de pánico estas mismas sensaciones fisiológicas son disparadas innecesariamente cuando no hay peligro alguno. Desafortunadamente los científicos todavía no están seguros de por qué ocurre un ataque de pánico cuando no hay un peligro obvio presente. En circunstancias normales esta respuesta instantánea e involuntaria nos prepara para enfrentarnos al enemigo para pelear o para correr y escondernos en el árbol más cercano, ya que el término "pelear o huir", como hemos dicho ya, data de nuestros ancestros.
El propósito de que la adrenalina sea bombeada al corazón es incrementar el flujo sanguíneo en todo el cuerpo, para que los músculos puedan trabajar de manera óptima y ayudarnos ya sea a pelear o a huir. Sin embargo, la adrenalina no es necesaria cuando una persona no se encuentra en estas situaciones, y éste es uno de los más problemáticos asuntos para quienes sufren de ataques de pánico. En un estado de calma o de descanso, la adrenalina tiene tiempo de ser absorbida en el cuerpo si no es usada en el proceso de "pelear o huir", y esta es la razón principal por lo que nos lleva algún tiempo volver a relajarnos luego de un ataque.
Sin embargo, en algunos casos es el mayor estrés en nuestra vida lo que también puede provocarnos un ataque de pánico. El estrés puede tomar la forma de un evento estresante o de una gran transición en la vida, como la muerte o la separación con un ser querido. El problema es que en el siglo XXI la mayor parte del mundo occidental ha visto un aumento incremento en los niveles de estrés inducidos o de enfermedades relacionadas, provocadas a partir del ambiente laboral y de las vidas personales principalmente. Algunos especialistas han descubierto casos en los que el estrés disminuye la resistencia natural, las subyacentes sensibilidades físicas se activan, y pueden provocar un ataque.
Un ejemplo de una causa ambiental para un ataque de pánico podría ser una adicción. Los efectos físicos y psicológicos de una intoxicación o de una abstinencia a las drogas o al alcohol debido al abuso podrían posiblemente contribuir a un trastorno de pánico en una persona. Las causas biológicas o ambientales de un trastorno de pánico posiblemente funcionan en conjunto. Generalmente, los ataques de pánico aparecen súbitamente. Sin embargo, a fin de cuentas quien sufre de un ataque de pánico podría estar provocándoselo a sí mismo, respondiendo con síntomas físicos asociados al ataque. Por ejemplo, si alguien que sufre de un trastorno de pánico experimenta un acelerado latido cardíaco debido a un evento o una situación como el tomar cierta medicación, entonces podría interpretarlo como un síntoma del ataque.
A su vez, podrían atraer inadvertidamente el ataque, debido a un incremento en su ansiedad por el gran temor asociado a volver a tener otro ataque de pánico. Ya que la causa exacta de los ataques de pánico y de los trastornos de pánico aún no ha sido comprendida en su totalidad, es importante buscar tratamiento por medio de diferentes formas de terapia.
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